Nuevamente me encuentro en mi penumbroso trabajo, esta vez escuchando música de coctel auspiciada por una de mis compañeras, “la madre”…
Esta vez pensando en aquellos sentimientos que atormentan y en lo bueno que sería no abrirles la puerta cuando te tocan el timbre… lastimosamente el agua se cuela por todos lados.. “transpira”…
Sí… a veces es mejor no ver para no sentir, pero esta ola de vidas publicas que patrocinan las redes sociales hace difícil para el curioso o simplemente para el q ve, que no se lea, se mire o se escuche algo que activa ese retorcijón del estomago (si es leve), las ganas de ir al baño (si es medio), o la fastidiosa impotencia de no hallarse en ningún lugar por el sentimiento o las post-películas ficticias armadas (si es fuerte).
Y luego de eso q? el refugio. Se encuentra donde están los amigos generalmente, o donde se alcance a llegar a un nivel de tranquilidad aceptable rayando al límite del olvido momentáneo…
Nuevamente la vida es normal… hasta que se cruzan esas personas o cosas, como las redes sapas, que traen a la memoria los bits de la interfaz q atormenta (el recuerdo)… es un ciclo repetitivo, un loop que termina si y solo si encuentra un break de cambio, voluntad y firmeza.
Aumenta la cantidad de locos en el mundo...
oye qué bonito ese final de sentimiento mezclado con lenguaje de programación.
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